domingo, 4 de agosto de 2013

LA PASIÓN PARTE 1



Hoy en el metro un hombre joven tocaba el acordeón, ese instrumento que abre mi curiosidad y  me hace maravillar. Lo veía tocar ensimismado, absorto retándose a sí mismo a ver cuanto mas rápido podía tocar hasta que se le rompió una parte del instrumento y disculpándose, acabó el show.
Apasionado, ensimismado… compitiendo consigo mismo.
Y eso fue lo que me hizo reflexionar en la vanidad de la pasión en cualquiera de sus variantes: pasión por la música, por la política, por el ser amado...
Así como es intensa, rápida y revolucionaria, también es egoísta. En vez de organizar, desordena, en vez de unir, desarma y desintegra, en vez de pensar en dar de si mismo a un otro, hace a uno concentrarse en sus percepciones, en sus sensaciones, sus emociones, su deseo, su gusto, su preferencia, en fin… su propia satisfacción.
¿Quién ha visto una orquesta afinando sus instrumentos antes de empezar el concierto?
Parece un caos el ruido que se forma. Empieza alguien con un La natural, le sigue un Re, un Sol y de pronto el ambiente se confunde con notas sin sentido, es algo que a uno lo pone nervioso.
Se podría decir que una orquesta trabaja en equipo. En cierto sentido eso es verdad pero en otro sentido solo es la unión de talentos únicos, personas que han trabajado años solos con su propio instrumento y en su propio mundo, afinando cada cual según su propio oído los 440 Hertz del La perfecto… ahora me doy cuenta de que un conjunto musical o un coro profesional es la unión de varias personas apasionadas quienes han pasado toda su vida buscando la perfección personal, superarse a si mismos, bajo el rigor del sacrificio propio, de horas de ensayo a solas, siendo autoexigentes, severos e implacables con quien ose desafinarse. Solo tocaran en conjunto con quienes a su juicio puedan armonizar perfecto con ellos, alguien que los haga brillar, pues la perfección del otro es la perfección mía, solo mía y el aplauso del publico es para mi, no para los dos.
Ese  es solo un ejemplo que doy, pues yo misma soy músico, pero debo decir esto:
la pasión es efervescente, sale a borbotones, no tiene limites, no conoce frenos. Por esto es que la pasión se relaciona directamente con querer satisfacerla rápido, tal como Esaú quiso comer "¡Aprisa!" el guisado de lentejas y despreció lo que era realmente importante, su legado, su herencia, su primogenitura. El decía que si no comía rápido iba a morirse… ¿por qué la pasión se nos presenta así, como una cuestión de vida o muerte?
La verdad es que sacrificarse y tener paciencia para lograr los objetivos o cumplir los deseos es el mejor proceder. 
El corazón es traicionero y DESESPERADO (Jeremías 17:9). No conviene hacerle caso cuando pide algo a gritos.

A la pasión hay que vigilarla como al mar. No debe pasar de su limite. Hay que examinarla, preverla, medirla, controlarla y no permitir por nada del mundo que ella nos controle a nosotros.
Las mejores bendiciones vienen por haber sabido esperar, así que termino con uno de mis textos favoritos:
 "Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse, pero los inexpertos han pasado adelante y tienen que sufrir la pena" (Prov. 22:3).