sábado, 9 de julio de 2011

EXISTE ESPERANZA HASTA PARA UN ÁRBOL



“En el país de Tanzania existe un curioso árbol que alcanza los 20 metros de altura y su tronco es extraordinariamente grueso: 8 metros de diámetro. Es uno de los arboles mas celebres de África oriental y se llama Baobab. Puede alcanzar los mil años de edad o aun mas” (¡Despertad 22 Marzo de 1995 págs. 24,25).


Aun con los problemas con los que lidiamos día a día, vivimos y vamos adelante intentando lograr con nuestras actividades algo que sea capaz de trascender el tiempo y a lo incambiable: la brevedad de la vida. “Aun el tiempo indefinido [Dios] ha puesto en el corazón de ellos” (Eclesiastés 3:11). ¡Cuánto deseamos traspasar la barrera del tiempo! ¡Cómo queremos ver más allá del dolor, las perdidas, las frustraciones! Pero, ¿es posible? Solo podremos ver más allá de eso con los ojos de la fe. La fe en el Dios para quien todas las cosas son posibles es lo único que nos motiva a seguir esforzándonos para dar otro paso en esta carrera por la vida que realmente lo es. Todo pierde importancia cuando nos hallamos en esa bifurcación del camino que se divide en vida y muerte. Si alguien nos pregunta: “¿Qué quiere usted, vivir o morir?”, nadie duda (a menos que esté muy deprimido), pues todos anhelamos la vida y le pedimos a Dios como David en Salmo 102:24 “Oh Dios mío, no me quites en la mitad de mis días”.
Vida. ¿Qué es la vida? Es mas que un acto mecánico del bombeo del corazón , es mas que inhalar aire y llenar los pulmones de oxigeno. ¿De qué sirve que este proceso se prolongue si lo perpetúan órganos enfermos? Células que tienen escrito en su reloj biológico que a cierta edad ya no se renovarán y que en ese momento la cuenta se revierte quedando sin significado la palabra “eternidad”. ¿Qué sentido tendría la vida si ése fuera el caso y no tuviéramos esperanza? Sin embargo para nosotros no es así, pues como dice la Biblia: “Porque existe esperanza hasta para un árbol. Si es cortado todavía brota de nuevo” (Job 14:7).
La vida en este viejo mundo no es vida de verdad, no es lo que Dios se propuso en un principio que fuera. El ser humano se ha deteriorado en muchos sentidos y a cada paso que damos notamos ese peso que la imperfección pone sobre nuestros hombros.
Sin embargo, cuando lleguen esos días de desanimo, de cuestionamientos, esos días en que todo nos sale mal y frente al espejo vemos una lagrima, una nueva cana, una nueva línea de expresión o arruga… no perderemos el horizonte. Miremos mas allá del espejo, miremos con los ojos de la fe, “porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:18). Pensemos que se acerca el día en que “las cosas anteriores no [sean] recordadas ni suban al corazón” (Isaías 65:17) y que muy pronto y si somos fieles, Dios nos dará “la vida que realmente lo es” (1 Timoteo 6.19).
Hoy en día hay árboles que viven tantos años como el gran Baobab, pero llegará el tiempo en que ya no será así: “Como los días de una árbol serán los días de mi pueblo” (Isaías 65.22). De hecho, la promesa de Dios es que su pueblo vivirá para siempre (¡Despertad! 22 Octubre 1992 pág. 27). Entonces sí dispondremos de tiempo para realizar todos nuestros anhelos y todo esto sin más dolor, lamento, lágrimas ni muerte. ¡Qué gozosos estaremos si miramos con los ojos de la fe y no perdemos de vista nuestra esperanza!


AUTOEXAMEN II



La clínica dental donde trabajo tiene varias ventanas, unas dan hacia el norte, por donde tengo una hermosa vista hacia un cercano cerro y el entorno está rodeado de palmeras y bambúes, pero a la vista poniente tenemos un edificio de dos pisos y justo frente a mi tengo una oficina de atención psicológica.
Una tarde (ya estaba oscuro a eso de las 18:30 hrs) había una psicóloga sin pacientes en esa oficina de enfrente y ella miraba muy interesada cómo trabajábamos el dentista y yo a través de la ventana. De pronto el dentista se endereza , mira hacia el frente y se sonríe, me toca el brazo y me señala la ventana de enfrente… ¡fue una escena tan graciosa!  la psicóloga estaba con un espejo en la mano mirándose sus dientes.
Es bastante curioso pues tengo todo tipo de pacientes: están los que han tomado conciencia de su salud bucal y se cuidan sus dientes, por lo tanto los controles son breves y sin dolor. Además nunca faltan a las citas.  Pero tengo otro tipo de pacientes, de personalidad bonachona que no resisten la tentación a los dulces y galletas entre comidas, que se les olvida el cepillado y la seda dental y que creen que el enjuague bucal soluciona todo, desde quitar la placa bacteriana hasta blanquear los dientes. Por lo tanto los controles son más largos y resultan en más dolor, y por eso el paciente se resiste a asistir a sus controles. Pero de estos pacientes quiero destacar a dos: uno, al que llamaré Mario se sienta en el sillón y el doctor le dice: “Abre la boca” y él en vez de abrirla, la va cerrando dejándonos con los instrumentos adentro sin poder hacer nada. El otro paciente, al que llamaré Carlos fue al primer control, se hizo el presupuesto y pagó por adelantado una importante suma de dinero. Ésa fue la ultima vez que lo vi, pues no volvió al tratamiento pese a nuestros insistentes llamados. ¿Mucho miedo al dentista? Tal vez, nunca lo sabremos.
Esto me hace pensar en que a veces, como la psicóloga que se miraba al espejo sus dientes al ver al dentista trabajar, nosotros leemos en las publicaciones algo que nos recuerda alguna de nuestras debilidades, pero ¿cuantos de nosotros tomamos el espejo figurativo y nos miramos en serio para hacer los cambios necesarios?
O cuando los médicos espirituales (los ancianos) nos aconsejan para que mejoremos ¿nos cerramos y negamos el problema? o como el paciente que paga el tratamiento y no vuelve, ¿decimos que sí a todo y luego no hacemos los cambios?
Para meditar…