viernes, 29 de abril de 2011

"COMÚN" NO ES LO MISMO QUE "NORMAL"


El paciente llegó tranquilo, confiado y sonriente a su control tras seis meses de ausencia. Tenía problemas en algunas vértebras y comprometido el nervio ciatico, por lo que nos contó largamente su peregrinar por 11 médicos, hasta que al final sus angustias terminaron gracias a un tratamiento adecuado.
Sentándose el paciente en el sillón dental se le hace la pregunta que nos convoca hoy: “¿Y los dientes como han estado?” –“¡BIEN!”- responde muy entusiasmado, “Ningún problema”. El dentista hace una inspección general con su espejo y en ese momento yo no necesito años de universidad para darme cuenta de que algo no andaba bien con sus dientes.
Comenzamos la sesión de limpieza con ultrasonido y cuando el dolor aparece, nuestro paciente incrédulo va dándose cuenta de que las apariencias lo habían engañado. ¿Bien?, no, para nada.
La enfermedad Periodontal (más grave que una simple inflamación) curiosamente la mayoría de las veces no da síntomas dolorosos, solo pequeñas molestias a las que el paciente se acostumbra y vive con ellas creyendo que son normales (como el sangramiento al cepillarse, dientes sueltos  y la visible retracción de las encías). El cree que estos síntomas son “normales” porque muchas personas los tienen (al ser común mucha gente cree que es normal). Sin embargo, al tomar una radiografía retroalveolar total se puede apreciar el real daño, pues la enfermedad Periodontal ha destruido tejidos silenciosamente.
Y rápidamente mi mente relacionó la enfermedad Periodontal con la enfermedad espiritual.
Uno se enfrenta al Gran Medico espiritual, Jehová mismo, y Él nos pregunta: “¿Cómo estás?” Tal vez respondamos: “Bien, ningún problema”. Pero al hacer una breve inspección en nuestro interior puede que Él sí encuentre problemas. Tal vez nosotros hayamos notado pequeñas molestias, pero así como el paciente se acostumbró a vivir con ciertos síntomas, puede que nos hayamos acostumbrado a no orar, no tener ganas de estudiar, no tener ganas de leer, no tener ganas de reunirnos.
Así como una Asistente Dental observa lo que hace el dentista y observa la condición del paciente, millones de ángeles observan nuestro actuar y pueden concluir en qué terminaran nuestras conductas, sean buenas o malas. Pero Jehová nuestro Padre ve mas allá, ve nuestro corazón, nuestras motivaciones, no necesita radiografías para saber lo que nos pasa. Mientras tanto nosotros acostumbrados a nuestra situación y  adormecidos sentimos dolor cuando Jehová comienza a aplicarnos el tratamiento adecuado (disciplina), es en ese momento cuando nos podemos dar cuenta de que las apariencias nos habían engañado: no estábamos tan bien como creíamos.
La enfermedad Periodontal silenciosamente destruye tejidos, los tejidos que soportan y rodean al diente (hueso, ligamentos y encía), pero la enfermedad espiritual destruye silenciosamente la fe y los buenos motivos, pues ataca el corazón. ¿Pero esto se puede revertir?
En odontología la enfermedad Periodontal no se puede revertir, solo se puede detener su avance. Pero lo que sí se puede hacer es fortalecer el hueso y la encía quirúrgicamente. ¿Cómo se puede revertir la enfermedad espiritual? Primeros auxilios: 1.- Hacerse amigos de Dios, conversar todos los días con el, esto significa orar mucho. 2.- Leer la Biblia sagradamente todos los días. Este buen hábito nos enseñará a conocer a Dios y amarlo por sus hermosas cualidades. Estos dos puntos nos darán la motivación para hacer todo lo demás que se requiere de un buen testigo de Jehová.
Es necesario hacer notar lo siguiente: Las ultimas investigaciones han dado a conocer que las bacterias causantes de la enfermedad Periodontal viajan por el cuerpo causando y agravando otras enfermedades como la Diabetes, problemas al corazón, riñón, incluso causando parto prematuro y, como consecuencia, niños de bajo peso al nacer. Asimismo, la enfermedad espiritual puede causar y agravar otros malos hábitos hasta el grado de convertirlos en pecado, todo esto sin que nos demos cuenta.
¿Cuál es el lema de la odontología en esta era moderna? Ya no se trata de restaurar solamente, ahora es PREVENIR.
Así también prevengamos la enfermedad espiritual y evitaremos mucho sufrimiento (Isaías 48:17,18).

lunes, 25 de abril de 2011

LA VISION ESPIRITUAL V/S LA OPTICA CARNAL


Ese día por la tarde me fui a casa y camino al metro me encontré con una colega, asistente dental  de un consultorio en cierta comuna. La conozco desde hace años y de pasada nos tomamos un café en el metro Tobalaba. Me habló entusiasmada y me contó que la habían contratado en el servicio público y que todo va bien. Sin embargo todo no va tan bien. Comenzó a decirme todo lo que iba mal en el consultorio y que a veces no tienen ni toalla de papel para secarse las manos. Las rabietas con los pacientes, la falta de recursos, la indiferencia del alcalde, la posible huelga, los panfletos, el sindicato… etc., etc.
Y pensé: ése es su mundo. Lo bueno, lo malo, lo feo, lo que ella ha elegido. Pensé: “¿Qué será de su futuro? ¿Cómo mirará el pasado? ¿Dirá: ‘Mira en lo que se me fue la vida, en algo que tuvo un propósito noble pero ese fin no lo pude cumplir, además me quitó energías y no fue retribuido’?

Ahora pienso: ¿Qué opino yo de mi presente? ¿Qué opino de mi pasado y qué opinaré en el futuro? ¿Lo que estoy haciendo con mi vida ahora es una perdida de tiempo? ¿Es retribuido, estoy cansada constantemente, siento que ‘estoy dando golpes como hiriendo el aire’ (1 Corintios 9:26)?
Solo se pueden contestar estas preguntas bajo una óptica espiritual.
Si tenemos una mentalidad y un corazón espiritual podremos analizar a las personas que tengan un punto de vista carnal y que tal vez no lo sepan, y nosotros (si somos espirituales), no seremos examinados por ningún hombre, porque a nosotros nos examinará Jehová. Él será nuestro Juez (1 Corintios 2:15; Isaías 33:22).
Si damos nuestra vida, mente, corazón, energías y recursos a Jehová y a Sus intereses, nunca, jamás nos sentiremos cansados y vacíos.
Jehová remunera de una forma que jamás podremos concebir, y nuestros regazos mismos no podrán contener toda la abundancia de  sus bendiciones, ‘hasta que no haya mas carencia’ (Malaquías 3:10).
Por eso Jehová nos invita a ‘probarlo’, él nos da la garantía de que no nos fallará jamás.

CÓMO SE ESCRIBE "AGUANTE" EN CHINO

Hoy tuve mucho, mucho que hacer en mi trabajo. Estaba cansada, cada centímetro de mi cuerpo me dolía, me senté en el paradero y pensé que no iba a poder moverme de allí.
También algo atormentaba mi alma y para mitigar un poco la inquietud escuchaba el cántico 63 “Siempre fieles” en coro… lo tengo grabado en varios idiomas. Escucho la armonía, pienso en la letra y es un bálsamo.  Mientras iba en la micro, escuché una conferencia de la Asamblea Internacional que tengo en el celular, una que hablaba sobre el “odre” que tiene Jehová para recoger nuestras lágrimas y el “libro” que tiene para escribirlas. Siempre me emociona recordar los ejemplos que se citan: Ana, que lloraba y no comía; David y sus hombres llorando por una tragedia desatada por los amalequitas; Ezequías suplicando con lágrimas a Jehová que le diera mas años de vida; Pedro llorando por haber negado a Jesús. “Jehová no solo ve las pruebas que afrontamos, sino también el daño emocional que nos causan”, agrega el conferenciante.
Meditaba en eso profundamente cuando llegué al paradero y tuve que bajarme. Al mirar hacia los locales comerciales de Tobalaba, allí estaba Jaime, mi amigo del restaurante chino (su nombre en chino se pronuncia algo así como “Chuang”). Su ventanal tan grande dejaba ver que estaba cenando comida china… solo. Lo saludé con la mano de lejos y el hizo lo mismo. Y seguí caminando, hacía frío y yo también quería llegar a mi casa a comer, pero me devolví porque pensé: “¿Con quien podría hablar él de algo edificante comiendo y viviendo solo?” (Hace un par de años yo estaba predicando en mi territorio y pasé a su restaurante a dejar las revistas solamente, porque el estaba muy ocupado cocinando una carne mongoliana. Le grité: ¡Ni-Hao! y él apagó el wok y fue en silencio hacia mi mientras su pequeño hijo se encaramaba en el mostrador gritando: ¡Ni-Hao! ¡Ni-Hao!). En ese tiempo me contó que él estudiaba la Biblia en chino hacía un tiempo ya y me mostró varias publicaciones en dicho idioma.
Sin embargo, con el tiempo él progresó en su estudio de la Biblia pero su esposa lo dejó y hoy me dijo que lleva meses sin ver a su hijo. Yo le dije: “Pero Jaime, qué pena, lo siento, debes extrañar mucho a tu hijo”.
El me hacía señas de “no” con la mano y me decía: “No importar. No”. Señalando con el dedo hacia el cielo dijo: “Él importa, si Él feliz, Él contento, yo bien”.
Yo no necesitaba saber chino ni siquiera buen español para comprender cuánto ama este hombre a Jehová, más cuando miro el mostrador de su restaurante, allí esta la traducción del Nuevo Mundo en chino, abierta junto al libro “Ven, sé mi seguidor”.  Él también realiza su estudio personal… solo.
Hablamos más cosas edificantes después, pero esta vez quise centrarme en esto. El pronto será nuestro hermano. Ha luchado y vencido grandes obstáculos. Lleva más de 20 años en Chile y el idioma español aun hoy es una pesadilla para él y sin embargo Jehová le hizo un cariño tan grande, lo tomó en sus brazos y le dijo: “Conóceme hijo, en tu propio idioma”, y hay hermanos abnegados en nuestra capital que ya hablan muy bien el chino para poder ayudarle.
El ha perdido oportunidades y seres queridos, pero llega a decirme que no importa, que el gozo de saber que haciendo feliz a Jehová todo lo demás parece pequeño en comparación.

Hace mucho tiempo le pedí a Jaime que me dibujara el concepto para AGUANTE en chino.
Y tomó un papel y un lápiz y escribió esto:



“¿Qué significa esto Jaime? ¿Este dibujo es un todo o se lee por separado?”

Él me explicó que la parte de arriba del dibujo es un cuchillo y lo de abajo es el corazón. El concepto de aguante en chino implica soportar algo profundamente doloroso, como tener un cuchillo clavado en el corazón.

Agradezco a Jehová que me permita saber que muchos de mis hermanos viven con algo así y que me permita tener mi propia espina en la carne pues con toda mi debilidad el poder de Jehová se hace mas evidente y suple lo que me falta.

Cuando veo a Jaime a veces pienso que yo voy a animarlo, pero es al revés. Aunque no lo sabe, él siempre me anima a mí.

viernes, 8 de abril de 2011

DIOS NO ES INJUSTO PARA OLVIDAR



Hoy llegando a mi trabajo entré a la clínica y como todos los días miré por la ventana. Allí se alzaban esos añejos y hermosos árboles, pero cuando miré un poco más abajo sobre el techo del estacionamiento, ahí yacía muerto un pobre gorrión con sus patitas endurecidas en dirección al cielo.
Y el viento movía sus plumas.
En ese instante sonaba en la radio Beethoven un segmento llamado "Apuntes de la música", y contaba la historia de un compositor europeo muy joven. La verdad es que componía cosas muy buenas, pero a nadie le interesó mayormente su música así que él se desanimó, se enroló en el ejercito y murió en el frente de batalla. He aquí lo curioso: después de su muerte todos sus detractores lo honraron diciendo los mejores elogios por su música, y por generaciones ha sido alabado por sus bellas melodías... pero él murió y no lo supo.
De esto aprendo que habiendo cosas positivas de nosotros que ni nosotros mismos entendemos bien, o que tal vez hasta desconozcamos, Dios Jehová sí las conoce y no solo nos da el mérito que éstas merecen, sino que tambien serán bien recompensadas a futuro. Jehová nos comprende porque nos conoce y no es injusto para olvidar el amor que mostramos para con su nombre.  Y por las cualidades que tengamos tal vez un poco ocultas, tendremos un galardón seguro si seguimos aguantando pese al dolor.
¿Qué tiene que ver todo esto con el gorrión del principio de esta historia? Todo.
"Porque ni un gorrión cae a tierra sin el conocimiento de su Padre. Los cabellos de la cabeza de ustedes estan todos contados. No sientan temor. Ustedes valen más que muchos gorriones"  (Mateo 10:29-31).

miércoles, 6 de abril de 2011

AUTOEXAMEN


Hoy en mi trabajo se me encargó sacar unas piezas de metal de unos modelos de yeso, eran piezas que constituirían implantes dentales. Eran como pilares de prueba.
El caso era éste: el yeso de los modelos era el llamado “extra duro”, y en realidad era casi imposible extraer de ellos las piezas metálicas. Lo intenté con un micromotor y una fresa especial, nada. Lo intenté con un alicate y así tratar de mover aquellos pilares, pero no servía.De pronto se me ocurrió mojar el yeso, pensando que si lo sumergía un rato lograría ablandarlo y retirar de él los metales. Pero tampoco fue buena idea.
Al final puse un alicate acostado, sobre él puse el modelo de yeso y, usando un destornillador como cincel comencé a pegarle con un martillo. Por este lado, por aquel lado hasta que algunos trozos de yeso comenzaron a desprenderse levemente, pero la tarea fue ardua. Los trozos duros de yeso saltaban y muchos se golpeaban contra mis anteojos protectores.
Después de mucho luchar logré retirar aquellos transfers de metal y el yeso quedó desmoronado, y luego fue arrojado a la basura.
Ahora repasando mis actividades del día he meditado en ese yeso. Era duro, fuerte, firme. Resistió íntegro todo lo que yo hice para debilitarlo. Intenté destruirlo con distintas herramientas, en distintas posiciones y ángulos y por un tiempo prolongado. Cuando los trozos comenzaron a desprenderse, aun en ese momento tampoco podía extraer los metales.
Ahora pienso en las pruebas que Satanás ha puesto o pondrá en mi vida, y todas las armas que puede utilizar para destrozarme.
Por eso me pregunto: ¿Es mi fe tan fuerte y tan firme como ese yeso?


lunes, 4 de abril de 2011

DÍAS DE URGENCIA



Eran las 8:30 y comenzaba el turno de la mañana. Con mi uniforme blanco y celeste entré a la posta y fui a lavarme las manos, me puse los guantes de procedimiento y comencé a trabajar... todo era pura adrenalina: llegaba la ambulancia, atendíamos en el pasillo, suturábamos, corríamos, nos cansábamos.

Eran dias difíciles pero aparte de mi trabajo hice muchas cosas para humanizar esos momentos de dolor:  tomé la mano de personas con miedo mientras le sacaban una muela; le canté “La cuncuna amarilla” por 15 minutos a un niño que tenía una herida en la boca mientras el dentista suturaba; traduje una consulta dental a lenguaje de señas a una asustada niña sorda a quien tenian que sacarle un diente. En fin, a la hora de almuerzo estaba extenuada, pero era muy grato saber que estaba ayudando a la gente.
Un día me hice una herida en un dedo. Caminé por todas las salas de la posta buscando un simple parche curita, pero en mi búsqueda llegué a la urgencia de medicina y alli descubrí pacientes que no tenían ni un lugar sano en el cuerpo. Eso que vi  me hizo entender que mi herida en el dedo no era nada. Dejé de buscar un parche curita, me hice una curación rápido y seguí trabajando.
Mientras avanzaban las horas y los dias, me di cuenta de que estaba viendo una radiografia del viejo mundo con toda la gama del dolor. Era el “bajo sumidero de disolución”, era como un desagüe donde quedaban atrapadas historias que nadie quería contar, excepto los periodistas que hacian sus despachos a los noticiarios afuera de la urgencia.
Un dia llegó un señor con una urgencia dental pero venia custodiado por 3 hombres vestidos de uniforme. Traía un llamativo chaleco amarillo que me causó curiosidad. En realidad el chaleco no era para abrigarse, era el chaleco que decía “Imputado” y sus cadenas en manos y pies avalaban su situación. Allí no solo eran accidentes, eran historias de crueles novelas, pero esta vez eran reales. Y yo no las veía en televisión sino que las presencié en vivo y en directo.
Necesité orar muchas veces para poder seguir y pude entender cuánto le debe doler a Jehová ver a su creación marchita y acongojada.
Todo esto me confirmaba una vez mas cuánto necesitamos el Reino justo de Jehová, que eliminará de una vez para siempre todo el “lamento, el clamor, el dolor. Las cosas anteriores habrán pasado” (Revelacion 21:4).