martes, 16 de octubre de 2012

CARTA A MI AMIGA DESPUES DE LA DECEPCION


Tara: "Parecía que Mark consideraba importantes muchas de las cosas que a mi me interesaban.  Antes de darme cuenta, ya habíamos  hablado más de una hora. [...]"
Mark: "Tara, tú eres distinta de las otras chicas. Nunca he conocido a nadie como tú, lo supe al oír tu poema [...]. Tu poema me enseñó que tienes mucho dentro. Quiero decir... Laurie y las otras chicas son estupendas pero están... vacías. Tú eres diferente".


A mi querida amiga B.C.

Ahora he pasado esta carta en limpio, pensé mucho en qué palabras utilizar pues antes no encontraba el modo de sacarle algo positivo a esta situación  Ahora que ha pasado el tiempo creo que es bueno sacar el dolor pues dentro no me sirve y las heridas hay que exprimirlas para que puedan cicatrizar.
Empiezo con una ilustración:


Cuando un conductor va por la carretera y se encuentra con un puente que se ve seguro, no duda en acelerar y cruzar al otro lado. Pero ¿qué ocurre si al momento de comenzar a cruzar, el puente se cae al precipicio?
No sirve frenar, no sirve retroceder, no puede volar.
Si el resultado no es fatal para el conductor, por lo menos quedará muy mal herido y con secuelas de por vida. Imagina la situacion con estas fotos:





Similar a esta situación es cuando uno confía en una persona a la que conoce poco o que uno cree conocer de verdad. Uno dedica tiempo, energías, recursos, cariño y mucho más en una relación a la cual uno le ve futuro. Como no cuestionamos los motivos de las personas y siempre esperamos lo mejor de los demás entramos en un contacto estrecho, largas conversaciones, detalles, secretos que nos hubiéramos llevado a la tumba. Llegamos al momento en que solo una mirada basta para compartir una sonrisa, una palabra o una frase compartida causa un silencio cargado de complicidad.
Como si la memoria fuera el disco duro del computador y los recuerdos fueran carpetas con archivos, hacemos en nuestras mentes carpetas con nuestros nombres cuyo contenido sólo conocemos ambas personas. Lo que se evitará se va a la papelera de reciclaje y se elimina causando una placentera sensación de común acuerdo a todo lo que se hace y dice con el amigo en cuestión.
Una canción dedicada nos cuenta una historia en un idioma extranjero que en los labios del amigo suenan comprensibles porque para el cariño no hay lenguaje que no se comprenda.
Las risas espontaneas, la mirada pícara, el abrazo de consuelo, el caminar juntos, el contar eternas historias de un pasado polvoriento pero esperando un futuro mejor cargado de dicha insinuando repetidamente que ese futuro podría ser compartido y eterno.
En ese momento cuando el afecto maduró y el cariño como una fruta dorada cayó por su peso, floreció el cariño y tal vez el amor...
Tantas expectativas, sueños, fantasías que cada cual imagina según su propio antojo se hacen realidad causando la felicidad en las vísceras, sintiendo en el estómago al emoción de que dar es mejor que recibir (Hechos 20:35).
Sin embargo, en ese momento en que nace la poesía, la danza de dos espíritus unidos… uno de los dos se da cuenta de que es un poeta solitario, un bailarín abandonado, una mitad lastimosa de un conjunto que creímos formar.  Un violín sin su arco, un grito mudo, un abrupto adiós.
Quedamos pues, en el aire creyendo cruzar con seguridad un puente que unía dos vidas, sin embargo ese puente de promesas se deshace y quedamos al amparo de la nada.


En ese momento, la desdicha nos inunda sintiéndonos estúpidos, utilizados, vacíos.
Y tres meses después al volver a juntarse las mitades esta vez frente a Dios y los hombres, las palabras de perdón son en vano, la suplica anhelante resulta en rabia al saber la excusa ambigua: “Desde el principio dije que sólo éramos amigos”…
Al verse descubierto ante quienes pueden juzgar con justicia se le suben los colores al rostro hablando entrecortado con el agobio de la vergüenza y sin hallar las palabras para explicar lo inexplicable.

Ahora hablándote a ti querida amiga, mi amiga que comparte mi sentir plenamente, solo puedo decirte que la lección aprendida no se borrará.
Bien lo dice Salmo 146:3 “No cifren su confianza en (…) el hombre terrestre.”
Sin desconfiar de todo el mundo pero teniendo equilibrio, buen juicio y sagacidad al escoger nuestras amistades. El ser humano cambia, su paso es vacilante, su imperfección le pesa y lo demuestra de maneras débiles y enfermas o maquiavélicamente inicuas.
Para darnos tranquilidad y consuelo de ahora en adelante, y ser amigos de los amigos de Dios, hemos de imitar el ejemplo perfecto de Cristo, quien nos ha dejado un “dechado para que sigamos sus pasos con sumo cuidado y atención” (1 Pedro 2:21).
Y el consuelo más grande lo obtenemos al saber que Dios nos ama de forma sincera por lo que somos, que ve nuestros esfuerzos por servirle “sin hipocresía” (2 Timoteo 1:5) y que recompensará a quienes hacen su voluntad y no tratan con engaño a su semejante.

A medida que el día avanza, el sol se mueve y con él también se mueven las sombras que produce. Podemos decir que todo cambia al ser iluminado desde distintos ángulos en el transcurso del día.
Así somos los humanos, cambiantes, inestables y por estos motivos la confianza en alguien querido puede transformarse en decepción y desdicha.
Jeremías 17:9 advierte que nuestro corazón es traicionero y Proverbios 28:26 bien dice que el que confía en su propio corazón es estúpido. Por eso para obrar con sabiduría es preciso asegurarse de cuánto ama a Dios una persona para considerarla un amigo verdadero. Alguien que confía en Dios y lo imita me merece más confianza, ¿por qué?

“El Dios verdadero es infinito y su total comprensión está más allá de la mente del hombre”.
(Perspicacia volumen 1 paginas 696-699).
Jehová es inalterable, nunca cambia (Malaquías 3:6).
Este es el consuelo que tenemos:
“Toda dádiva buena y todo don perfecto es de arriba porque desciende del Padre de las luces celestes y con él no hay variación del giro de la sombra” (Santiago 1:17).

Jehová no cambia, y aunque cualquier ser humano nos defraude, Él nunca lo hará. Conozcámoslo como a un amigo intimo, y así sabremos quiénes son los que verdaderamente se esfuerzan por imitarlo.
A esas personas yo quiero como amigos verdaderos.



 Con amor... Sélah, una pausa para meditar.