jueves, 13 de octubre de 2011

ALGO MEJOR QUE EL PREMIO NOBEL


Mientras tanto en Estocolmo, Suecia, el ambiente era de emoción y alegría. Las damas con sus mejores peinados y trajes acompañaban del brazo a sus compañeros, quienes esperaban ansiosos los nombres de los ganadores.  Una medalla de oro, un diploma y una importante suma de dinero en coronas suecas.
¿Quiénes serían los ganadores este año? ¿Quién ganaría el premio de física y el de medicina y fisiología?
Sin embargo el desconcierto se apoderó de la sala cuando se anuncian los tres nombres ganadores, uno de los cuales había muerto 3 días antes… Y dicho premio no puede ser concedido a titulo póstumo.
Ralph M. Steinman, canadiense, descubridor de las células dendríticas las que junto con otros componentes del sistema inmunológico podían combatir las infecciones y otras enfermedades contagiosas.  Steinman había probado la efectividad de su descubrimiento desde algunos años atrás, cuando, luchando con un cáncer de páncreas utilizaba células dendríticas en sí mismo, lo que le prolongó la vida unos tres a cuatro años. Hasta que lo alcanzó la muerte, quedando sin reconocimiento su labor de toda una vida de investigaciones.
Todos los seres humanos nos sentimos realizados con un trabajo bien hecho y cuando recibimos el merecido reconocimiento tenemos mas fuerzas para seguir adelante. Incluso si nos corrigen pero primero nos elogian por algo bien hecho, aceptamos gustosos la disciplina y estamos mas dispuestos a cambiar. Sin embargo la muerte se roba ese legítimo deseo de reconocimiento. Cuantas metas, cuantos sueños quedan en el camino cuando la muerte llega. A los ojos humanos ya no hay mas que hacer, mas que esperar, por eso los epicúreos decían: “Comamos y bebamos pues mañana hemos de morir”.
Qué diferente es mirar las cosas con otra óptica, con una óptica espiritual. A los ojos de Jehová la muerte no es otra cosa sino un sueño profundo del cual despertaremos a su debido momento. El historial intachable de servicio abnegado estará ahí, escrito con letras de oro en el “libro de recuerdo” de Jehová (Mal. 3:16).  Y, a diferencia de cualquier premio que el humano pueda conceder, “Jehová no es injusto para olvidar [nuestra] obra ni el amor que mostramos para con su nombre” (Heb. 6:10). La muerte no será un impedimento para recibir el premio, la resurrección será un premio que abrirá la puerta a muchos otros premios mas: conoceré a mis abuelitos fieles, abrazaré a mi familia, tendré un león en el patio, mi ensayo de orquesta y coro los viernes, mis mañanas de predicación a los resucitados, seguiré mi estudio personal de la Biblia, tendré muchas fresias en mi jardín, clases de violín con los expertos, mis largas charlas con Elías… me faltará tiempo para describir el resto de cosas.
¿Te ves allí?
Lo que mas queremos es no morir nunca, pero si ese momento llegara, tengamos la plena seguridad de que Jehová no olvidará a quien le fue fiel.

“Hermanos, todavía no me considero como si [lo] hubiera asido; pero hay una cosa en cuanto a ello: Olvidando las cosas que quedan atrás, y extendiéndome hacia adelante a las cosas más allá,  prosigo hacia la meta para el premio […].
Nosotros, pues, cuantos somos maduros, seamos de esta actitud mental; y si ustedes se inclinan mentalmente de otro modo en sentido alguno, Dios les revelará la [actitud] mencionada.  De todos modos, hasta donde hayamos progresado, sigamos andando ordenadamente en esta misma rutina.”
(Filipenses 3:13-16).