lunes, 2 de mayo de 2011

MOTIVADORES EJEMPLOS DE FE


-Trabajando en Betel para la remodelación (Febrero 2008), en mi rato libre observé una escena conmovedora.
Durante el descanso del almuerzo siempre me fijaba en una pareja de siervos internacionales de la construcción, un matrimonio ejemplar.  Allí en el descanso después del almuerzo todos los días leían la Biblia juntos y oraban en voz baja tomados de la mano.
Una vez  se quedaron dormidos en un gran sillón que estaba fuera de la Biblioteca, con la Biblia abierta en sus manos… estaban tan cansados pero no olvidaban leer la Palabra de Dios.

-Cuando comencé a asistir a una congregación de Señas vi un discurso muy lindo de un hermano sordomudo.  Este hermano, ya mayor, tiene visión en un solo ojo. Se subió a la plataforma solo con su bosquejo. Vestía de forma impecable, su pelo corto y peinado. Su corbata derecha.
Se subió sin Biblia, pero se valió de un traductor para los textos que citó. Cuando se bajó de la plataforma para ver el consejo que le darían en señas, se sentó en la fila delante de mi, y dejó su bosquejo al lado de el. Yo pude ver el bosquejo y vi solo dibujos, solo señas dibujadas… eso me impresionó mucho. Sorprendida se lo mostré a la hermana a mi lado y ella me dijo: “Ese es su bosquejo. Él no sabe leer, aun así el jamás falta a un discurso, ama su privilegio”
Sentí un nudo en mi garganta.

-Una tarde, tomando once con dos hermanas no oyentes, una de ellas me habló de su pena por la muerte de su padre, hace años ya. Yo la consolé con la esperanza de la resurrección.  Ella me dijo que se siente feliz de imaginar ese momento, tanto que lo dibujó. “¿Cómo?” pregunté, y le pedí que me mostrara el dibujo.
Bueno allí estaba ella dibujada abrazando a su padre en el paraíso y en el cielo Jesús entronizado mirándolos a ambos y dándoles su bendición.
Y pensé tantas cosas… ella con todas sus limitaciones físicas, depresiones, soledad, tiene una gran fe y una viva esperanza.  En ese momento con tantos sentimientos encima y con el dibujo en las manos se me saltaron las lágrimas. Ella me preguntó en señas “Tú... pena, ¿por qué?”, a lo que respondí: “No es tristeza, me siento feliz al ver tu fue tan firme, quiero imitar tu ejemplo".

Viendo todos estos ejemplos, pienso que aun con todas las limitaciones físicas y/o emocionales que uno pueda tener, sí podemos darle a Jehová todo lo que permitan nuestras circunstancias, y darlo intensamente, con todo el corazón.  Y Él completará lo que nos haga falta.

“Pero después que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, el Dios de toda bondad inmerecida, que los llamó a su gloria eterna en unión con Cristo, terminará el mismo el entrenamiento de ustedes; él los hará firmes, él nos hará fuertes” (1 Pedro 5:10).

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