El paciente llegó tranquilo, confiado y sonriente a su control tras seis meses de ausencia. Tenía problemas en algunas vértebras y comprometido el nervio ciatico, por lo que nos contó largamente su peregrinar por 11 médicos, hasta que al final sus angustias terminaron gracias a un tratamiento adecuado.
Sentándose el paciente en el sillón dental se le hace la pregunta que nos convoca hoy: “¿Y los dientes como han estado?” –“¡BIEN!”- responde muy entusiasmado, “Ningún problema”. El dentista hace una inspección general con su espejo y en ese momento yo no necesito años de universidad para darme cuenta de que algo no andaba bien con sus dientes.
Comenzamos la sesión de limpieza con ultrasonido y cuando el dolor aparece, nuestro paciente incrédulo va dándose cuenta de que las apariencias lo habían engañado. ¿Bien?, no, para nada.
La enfermedad Periodontal (más grave que una simple inflamación) curiosamente la mayoría de las veces no da síntomas dolorosos, solo pequeñas molestias a las que el paciente se acostumbra y vive con ellas creyendo que son normales (como el sangramiento al cepillarse, dientes sueltos y la visible retracción de las encías). El cree que estos síntomas son “normales” porque muchas personas los tienen (al ser común mucha gente cree que es normal). Sin embargo, al tomar una radiografía retroalveolar total se puede apreciar el real daño, pues la enfermedad Periodontal ha destruido tejidos silenciosamente.
Y rápidamente mi mente relacionó la enfermedad Periodontal con la enfermedad espiritual.
Uno se enfrenta al Gran Medico espiritual, Jehová mismo, y Él nos pregunta: “¿Cómo estás?” Tal vez respondamos: “Bien, ningún problema”. Pero al hacer una breve inspección en nuestro interior puede que Él sí encuentre problemas. Tal vez nosotros hayamos notado pequeñas molestias, pero así como el paciente se acostumbró a vivir con ciertos síntomas, puede que nos hayamos acostumbrado a no orar, no tener ganas de estudiar, no tener ganas de leer, no tener ganas de reunirnos.
Así como una Asistente Dental observa lo que hace el dentista y observa la condición del paciente, millones de ángeles observan nuestro actuar y pueden concluir en qué terminaran nuestras conductas, sean buenas o malas. Pero Jehová nuestro Padre ve mas allá, ve nuestro corazón, nuestras motivaciones, no necesita radiografías para saber lo que nos pasa. Mientras tanto nosotros acostumbrados a nuestra situación y adormecidos sentimos dolor cuando Jehová comienza a aplicarnos el tratamiento adecuado (disciplina), es en ese momento cuando nos podemos dar cuenta de que las apariencias nos habían engañado: no estábamos tan bien como creíamos.
La enfermedad Periodontal silenciosamente destruye tejidos, los tejidos que soportan y rodean al diente (hueso, ligamentos y encía), pero la enfermedad espiritual destruye silenciosamente la fe y los buenos motivos, pues ataca el corazón. ¿Pero esto se puede revertir?
En odontología la enfermedad Periodontal no se puede revertir, solo se puede detener su avance. Pero lo que sí se puede hacer es fortalecer el hueso y la encía quirúrgicamente. ¿Cómo se puede revertir la enfermedad espiritual? Primeros auxilios: 1.- Hacerse amigos de Dios, conversar todos los días con el, esto significa orar mucho. 2.- Leer la Biblia sagradamente todos los días. Este buen hábito nos enseñará a conocer a Dios y amarlo por sus hermosas cualidades. Estos dos puntos nos darán la motivación para hacer todo lo demás que se requiere de un buen testigo de Jehová.
Es necesario hacer notar lo siguiente: Las ultimas investigaciones han dado a conocer que las bacterias causantes de la enfermedad Periodontal viajan por el cuerpo causando y agravando otras enfermedades como la Diabetes, problemas al corazón, riñón, incluso causando parto prematuro y, como consecuencia, niños de bajo peso al nacer. Asimismo, la enfermedad espiritual puede causar y agravar otros malos hábitos hasta el grado de convertirlos en pecado, todo esto sin que nos demos cuenta.
¿Cuál es el lema de la odontología en esta era moderna? Ya no se trata de restaurar solamente, ahora es PREVENIR.
Así también prevengamos la enfermedad espiritual y evitaremos mucho sufrimiento (Isaías 48:17,18).
No hay comentarios:
Publicar un comentario