Tara: "Parecía que Mark consideraba importantes muchas de las cosas que a mi me interesaban. Antes de darme cuenta, ya habíamos hablado más de una hora. [...]"
Mark: "Tara, tú eres distinta de las otras chicas. Nunca he conocido a nadie como tú, lo supe al oír tu poema [...]. Tu poema me enseñó que tienes mucho dentro. Quiero decir... Laurie y las otras chicas son estupendas pero están... vacías. Tú eres diferente".
A mi querida amiga B.C.
Ahora he pasado esta carta en limpio, pensé mucho en qué palabras utilizar pues antes no encontraba el modo de sacarle algo positivo a esta situación Ahora que ha pasado el tiempo creo que es bueno sacar el dolor pues dentro no me sirve y las heridas hay que exprimirlas para que puedan cicatrizar.
Empiezo con una ilustración:
Cuando un conductor va por la carretera y se encuentra
con un puente que se ve seguro, no duda en acelerar y cruzar al otro lado. Pero
¿qué ocurre si al momento de comenzar a cruzar, el puente se cae al precipicio?
No sirve frenar, no sirve retroceder, no puede volar.
Si el resultado no es fatal para el conductor, por lo
menos quedará muy mal herido y con secuelas de por vida. Imagina la situacion con estas fotos:
Similar a esta situación es cuando uno confía en una
persona a la que conoce poco o que uno cree conocer de verdad. Uno dedica
tiempo, energías, recursos, cariño y mucho más en una relación a la cual uno le
ve futuro. Como no cuestionamos los motivos de las personas y siempre esperamos
lo mejor de los demás entramos en un contacto estrecho, largas conversaciones,
detalles, secretos que nos hubiéramos llevado a la tumba. Llegamos al momento
en que solo una mirada basta para compartir una sonrisa, una palabra o una
frase compartida causa un silencio cargado de complicidad.
Como si la memoria fuera el disco duro del computador y
los recuerdos fueran carpetas con archivos, hacemos en nuestras mentes carpetas
con nuestros nombres cuyo contenido sólo conocemos ambas personas. Lo que se
evitará se va a la papelera de reciclaje y se elimina causando una placentera sensación
de común acuerdo a todo lo que se hace y dice con el amigo en cuestión.
Una canción dedicada nos cuenta una historia en un idioma
extranjero que en los labios del amigo suenan comprensibles porque para el
cariño no hay lenguaje que no se comprenda.
Las risas espontaneas, la mirada pícara, el abrazo de
consuelo, el caminar juntos, el contar eternas historias de un pasado
polvoriento pero esperando un futuro mejor cargado de dicha insinuando repetidamente que ese
futuro podría ser compartido y eterno.
En ese momento cuando el afecto maduró y el cariño como
una fruta dorada cayó por su peso, floreció el cariño y tal vez el amor...
Tantas expectativas, sueños, fantasías que cada cual
imagina según su propio antojo se hacen realidad causando la felicidad en las vísceras,
sintiendo en el estómago al emoción de que dar es mejor que recibir (Hechos
20:35).
Sin embargo, en ese momento en que nace la poesía, la
danza de dos espíritus unidos… uno de los dos se da cuenta de que es un poeta
solitario, un bailarín abandonado, una mitad lastimosa de un conjunto que creímos
formar. Un violín sin su arco, un grito
mudo, un abrupto adiós.
Quedamos pues, en el aire creyendo cruzar con seguridad
un puente que unía dos vidas, sin embargo ese puente de promesas se deshace y
quedamos al amparo de la nada.
En ese momento, la desdicha nos inunda sintiéndonos estúpidos,
utilizados, vacíos.
Y tres meses después al volver a juntarse las mitades
esta vez frente a Dios y los hombres, las palabras de perdón son en vano, la
suplica anhelante resulta en rabia al saber la excusa ambigua: “Desde el
principio dije que sólo éramos amigos”…
Al verse descubierto ante quienes pueden juzgar con
justicia se le suben los colores al rostro hablando entrecortado con el agobio
de la vergüenza y sin hallar las palabras para explicar lo inexplicable.
Ahora hablándote a ti querida amiga, mi amiga que
comparte mi sentir plenamente, solo puedo decirte que la lección aprendida no se
borrará.
Bien lo dice Salmo 146:3 “No cifren su confianza en (…)
el hombre terrestre.”
Sin desconfiar de todo el mundo pero teniendo equilibrio,
buen juicio y sagacidad al escoger nuestras amistades. El ser humano cambia, su
paso es vacilante, su imperfección le pesa y lo demuestra de maneras débiles y
enfermas o maquiavélicamente inicuas.
Para darnos tranquilidad y consuelo de ahora en adelante,
y ser amigos de los amigos de Dios, hemos de imitar el ejemplo perfecto de
Cristo, quien nos ha dejado un “dechado para que sigamos sus pasos con sumo
cuidado y atención” (1 Pedro 2:21).
Y el consuelo más grande lo obtenemos al saber que Dios
nos ama de forma sincera por lo que somos, que ve nuestros esfuerzos por
servirle “sin hipocresía” (2 Timoteo 1:5) y que recompensará a quienes hacen su
voluntad y no tratan con engaño a su semejante.
A medida que el día avanza, el sol se mueve y con él también
se mueven las sombras que produce. Podemos decir que todo cambia al ser
iluminado desde distintos ángulos en el transcurso del día.
Así somos los humanos, cambiantes, inestables y por estos
motivos la confianza en alguien querido puede transformarse en decepción y
desdicha.
Jeremías 17:9 advierte que nuestro corazón es traicionero
y Proverbios 28:26 bien dice que el que confía en su propio corazón es estúpido.
Por eso para obrar con sabiduría es preciso asegurarse de cuánto ama a Dios una
persona para considerarla un amigo verdadero. Alguien que confía en Dios y lo
imita me merece más confianza, ¿por qué?
“El Dios verdadero es infinito y su total comprensión está
más allá de la mente del hombre”.
(Perspicacia volumen
1 paginas 696-699).
Jehová es inalterable, nunca cambia (Malaquías 3:6).
Este es el consuelo que tenemos:
“Toda dádiva buena y todo don perfecto es de arriba
porque desciende del Padre de las luces celestes y con él no hay variación del
giro de la sombra” (Santiago 1:17).
Jehová no cambia, y aunque cualquier ser humano nos
defraude, Él nunca lo hará. Conozcámoslo como a un amigo intimo, y así sabremos
quiénes son los que verdaderamente se esfuerzan por imitarlo.
A esas personas yo quiero como amigos verdaderos.
Amiga Eunice,memorable reflexión. La voy a archivar en mi disco duro teocratico.
ResponderEliminar***La vida es dura kilómetro a kilómetro.
pero Jehova nos ayuda centímetro a centímetro, su protección hace que las tragedias de la vida no se adueñen de nuestra alma.
Su amor llena nuestras alegrías.enfoca nuestra mente al amor leal, el de Jehova.
"Jamas vi una tormenta tan gris
que no pudiera hallar su día claro"
Cuan cierto es... este fue un puente que se rompió. El camino sigue, la carrera continúa y nos lleva a todos los corredores al abismo que separa el viejo sistema con el Nuevo Mundo, pero ese abismo no está unido por este puente. Solo Jehová puede ayudarnos a cruzar y El no nos decepciona, por lo que si confiamos en El, nunca nos caeremos al vacío.
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