Ese día por la tarde me fui a casa y camino al metro me encontré con una colega, asistente dental de un consultorio en cierta comuna. La conozco desde hace años y de pasada nos tomamos un café en el metro Tobalaba. Me habló entusiasmada y me contó que la habían contratado en el servicio público y que todo va bien. Sin embargo todo no va tan bien. Comenzó a decirme todo lo que iba mal en el consultorio y que a veces no tienen ni toalla de papel para secarse las manos. Las rabietas con los pacientes, la falta de recursos, la indiferencia del alcalde, la posible huelga, los panfletos, el sindicato… etc., etc.
Y pensé: ése es su mundo. Lo bueno, lo malo, lo feo, lo que ella ha elegido. Pensé: “¿Qué será de su futuro? ¿Cómo mirará el pasado? ¿Dirá: ‘Mira en lo que se me fue la vida, en algo que tuvo un propósito noble pero ese fin no lo pude cumplir, además me quitó energías y no fue retribuido’?
Ahora pienso: ¿Qué opino yo de mi presente? ¿Qué opino de mi pasado y qué opinaré en el futuro? ¿Lo que estoy haciendo con mi vida ahora es una perdida de tiempo? ¿Es retribuido, estoy cansada constantemente, siento que ‘estoy dando golpes como hiriendo el aire’ (1 Corintios 9:26)?
Solo se pueden contestar estas preguntas bajo una óptica espiritual.
Si tenemos una mentalidad y un corazón espiritual podremos analizar a las personas que tengan un punto de vista carnal y que tal vez no lo sepan, y nosotros (si somos espirituales), no seremos examinados por ningún hombre, porque a nosotros nos examinará Jehová. Él será nuestro Juez (1 Corintios 2:15; Isaías 33:22).
Si damos nuestra vida, mente, corazón, energías y recursos a Jehová y a Sus intereses, nunca, jamás nos sentiremos cansados y vacíos.
Jehová remunera de una forma que jamás podremos concebir, y nuestros regazos mismos no podrán contener toda la abundancia de sus bendiciones, ‘hasta que no haya mas carencia’ (Malaquías 3:10).
Por eso Jehová nos invita a ‘probarlo’, él nos da la garantía de que no nos fallará jamás.
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