“Y
llego a los campos y extensos recintos de
la memoria, donde están los tesoros de innumerables imágenes tomadas por los
sentidos. Allí también me encuentro conmigo mismo y me acuerdo de mí y de qué
hice, dónde, cuándo y de qué modo estaba afectado cuando lo hice […] y de allí viene
la capacidad de pensar, construir imágenes del pasado y prever el futuro”
(Agustin de Hipona, Confesiones,
libro X).
La
memoria… ¿qué es? He pensado largamente en ello.
Sigmund
Freud, el padre del Psicoanalisis hablaba de “Huella mnémica” al referise a la
forma en que los acontecimientos se inscriben en la memoria. El concepto de huella mnémica implica que la
experiencia es capaz de producir cambios y dejar una impronta (o marca) a nivel
psíquico. Sin embargo Freud plantea algo mas: esta impronta o huella psíquica no
es única ni estable, sino que es dinámica y puede ser transcrita. O sea, puede
cambiar. Y justamente esto lo mostró con pruebas el ganador del Premio Nobel de
Medicina el año 2000, el Dr. Eric Kandel, quien experimentando con la forma de
razonar de una especie de babosa o caracol marino (llamado Aplysia), pudo entender
que “era posible modificar un
comportamiento simple de Aplysia mediante diversas formas de aprendizaje”. Y eso que Aplysia tiene un cerebro que posee solo
unas 20.000 células, un número pequeño en comparación con los 100.000 millones
del cerebro de los humanos.
Kandel
impuso la nueva palabra: Neuroplasticidad,
capacidad del cerebro de adaptarse a los cambios y actuar de otro modo
modificando las rutas que conectan a las neuronas. El cerebro se modela con la
actividad que se realiza. Por ejemplo, la Universidad de Londres en estudios
del año 2000 comprobó que los taxistas mejoraban cada año el hipocampo, la
región que regula la memoria espacial. En 2002 comprobaron en Alemania que los
músicos tenían más desarrollada la circunvolución de Heschl (que corresponde al
centro cortical de la audición).
En 2004 se verificó lo mismo en personas bilingües. La conclusión es
que la actividad crea neuronas. Los ejercicios físicos preservan la
salud cardiovascular, los cognitivos preservan la mental.
Esto
me hace meditar en lo siguiente:
Nuestro
cerebro es capaz de cambiar físicamente, modificar dendritas y sinapsis, y la
forma en que uno reescribe su memoria influye en nuestros actos. Eso es lo que hace posible que hagamos cambios
para llegar a agradar a Jehova. Esto demuestra que no hay excusa para mejorar y
ser personas espirituales, imitando a
Jesus. “Es que yo soy asi, y ya estoy
viejo para cambiar”… esa frase con la Neurolplasticidad no tiene sentido. No es
valida para Jehová, quien no nos pide cosas imposibles.
“Jehová
conoce bien la formación de nosotros” y sabe
que podemos imitar la personalidad de Cristo y hacerla nuestra (Salmo 103.14).
Bien
dice la Biblia:
“Y
sin embargo eso era lo que algunos de ustedes eran. Pero ustedes han sido
lavados, pero ustedes han sido santificados, ustedes han sido declarados justos”
(1 Corintios 6.9-11).
“Transformense,
rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y
la acepta y la perfecta voluntad de Dios” (Romanos 12:2).
“Pero
ustedes no aprendieron que el Cristo sea así, si es que, realmente, le
oyeron y se les enseñó por medio de él, […] que ustedes deben desechar la
vieja personalidad que se conforma a su manera de proceder anterior y que va
corrompiéndose conforme a sus deseos engañosos; pero que deben ser hechos
nuevos en la fuerza que impulsa su mente, y deben vestirse de la nueva
personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera
justicia y lealtad” (Efesios 4:20-24).
*** w93 1/3 pág. 17 párr.
14 “Sigan andando como hijos de la
luz” ***
Por lo tanto, ¿cómo
podemos hacer nueva esa fuerza para que incline nuestra mente en la dirección
correcta? El verbo que se traduce “ser hechos nuevos” en el texto griego está
en tiempo presente, indicando una acción continua. De modo que podemos hacer
nueva la fuerza impulsora al seguir estudiando la Palabra de verdad de Dios y
meditando en su significado. Los científicos dicen que la información se
transmite en el cerebro de neurona a neurona en la forma de señales eléctricas
o químicas codificadas, cruzando muchas conexiones llamadas sinapsis. El libro The Brain (El cerebro) dice: “Se crea una memoria de algún tipo en
la sinapsis neuronal cuando pasa la señal codificada, dejando su impresión
individual”. Cuando pasa de nuevo la misma señal, las células nerviosas la
reconocen y responden con mayor prontitud. Con el tiempo esto crea en la
persona un nuevo modo de pensar. Al recibir regularmente información espiritual
sana, formamos un nuevo modo de pensar, y la fuerza que impulsa nuestra mente
se va haciendo nueva. (Filipenses 4:8.)
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