sábado, 9 de julio de 2011

AUTOEXAMEN II



La clínica dental donde trabajo tiene varias ventanas, unas dan hacia el norte, por donde tengo una hermosa vista hacia un cercano cerro y el entorno está rodeado de palmeras y bambúes, pero a la vista poniente tenemos un edificio de dos pisos y justo frente a mi tengo una oficina de atención psicológica.
Una tarde (ya estaba oscuro a eso de las 18:30 hrs) había una psicóloga sin pacientes en esa oficina de enfrente y ella miraba muy interesada cómo trabajábamos el dentista y yo a través de la ventana. De pronto el dentista se endereza , mira hacia el frente y se sonríe, me toca el brazo y me señala la ventana de enfrente… ¡fue una escena tan graciosa!  la psicóloga estaba con un espejo en la mano mirándose sus dientes.
Es bastante curioso pues tengo todo tipo de pacientes: están los que han tomado conciencia de su salud bucal y se cuidan sus dientes, por lo tanto los controles son breves y sin dolor. Además nunca faltan a las citas.  Pero tengo otro tipo de pacientes, de personalidad bonachona que no resisten la tentación a los dulces y galletas entre comidas, que se les olvida el cepillado y la seda dental y que creen que el enjuague bucal soluciona todo, desde quitar la placa bacteriana hasta blanquear los dientes. Por lo tanto los controles son más largos y resultan en más dolor, y por eso el paciente se resiste a asistir a sus controles. Pero de estos pacientes quiero destacar a dos: uno, al que llamaré Mario se sienta en el sillón y el doctor le dice: “Abre la boca” y él en vez de abrirla, la va cerrando dejándonos con los instrumentos adentro sin poder hacer nada. El otro paciente, al que llamaré Carlos fue al primer control, se hizo el presupuesto y pagó por adelantado una importante suma de dinero. Ésa fue la ultima vez que lo vi, pues no volvió al tratamiento pese a nuestros insistentes llamados. ¿Mucho miedo al dentista? Tal vez, nunca lo sabremos.
Esto me hace pensar en que a veces, como la psicóloga que se miraba al espejo sus dientes al ver al dentista trabajar, nosotros leemos en las publicaciones algo que nos recuerda alguna de nuestras debilidades, pero ¿cuantos de nosotros tomamos el espejo figurativo y nos miramos en serio para hacer los cambios necesarios?
O cuando los médicos espirituales (los ancianos) nos aconsejan para que mejoremos ¿nos cerramos y negamos el problema? o como el paciente que paga el tratamiento y no vuelve, ¿decimos que sí a todo y luego no hacemos los cambios?
Para meditar…

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